El caso es que ha llegado el momento de resucitar nuestra masa madre. Así ha quedado el tarro que teníamos en la nevera, tras dos o tres meses sin hacer pan (ver foto más abajo). Y eso que entremedias hicimos un refresco...
Obviamente, no mola en absoluto el aspecto. Lo del fondo en sí pareciera no estar afectado, pero no conviene arriesgar. Vamos a proceder a resucitar la masa madre que conservamos mediante el método de la deshidratación.
Obviamente, no mola en absoluto el aspecto. Lo del fondo en sí pareciera no estar afectado, pero no conviene arriesgar. Vamos a proceder a resucitar la masa madre que conservamos mediante el método de la deshidratación.
Puede que sea la foto menos favorecida de la historia del blog, pero es la más apropiada para justificar el proceso de resurreción.
1. Lo primero, si no lo hemos hecho anteriormente, es pulverizar los copos de masa madre desecada. Así facilitamos el proceso. Aunque no hace falta.
2. Suponiendo que queremos masa madre hidratada al 100%, añadimos el mismo peso en agua que de masa madre desecada. Esto es así porque lo que tenemos deshidratado no lleva, como su propio nombre indica, nada de agua.
3. Añadimos 50 gramos de harina y 50 gramos de agua, para que los bichitos buenos de la masa madre tengan alimento.
4. Esperamos unas 18 -24 horas. Si todo va bien y la temperatura es apropiada, no mucho menos de 20º, la masa madre ya estará en condiciones para hacer pan. Este proceso siempre hay que vigilarlo, y si la cosa empieza a crecer más de la cuenta, será un indicador de que hay que acortar los tiempos.
El experimento de la resurrección ha funcionado, y en breve publicaremos algún que otro pan que teníamos ganas de hacer.
El experimento de la resurrección ha funcionado, y en breve publicaremos algún que otro pan que teníamos ganas de hacer.
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